Estamos en otoño; del latín autumnus, que significa «llegada de la plenitud del año». Estación del año que se concibe como una fase de plenitud, de meditación y regeneración para un nuevo comienzo… dejamos atrás el pasado.

Los días empiezan a ser más fríos (¡aunque este año no está siguiendo el patrón!), el clima suele ser más inestable donde las lluvias hacen acto de presencia. Una meteorología que invita al recogimiento y a la reflexión, de hacer balance de nuestras acciones, pensamientos y emociones, de ser honestos con nosotros mismos. Tal vez sea la época del año más melancólica

En esta época del año parece como si nos alejáramos de lo externo, despojándonos de lo que ya no necesitamos (¡como la caída de las hojas de los árboles!) para volcarnos más en lo interno, en la búsqueda de nuestro criterio, confiando más en nuestras intuiciones, como si nos estuviéramos preparando para empezar de nuevo; un renacimiento.

La vida es una constante selección, rechazo, revisión y cambio. Lo que hemos sido es un hecho que no podemos cambiar , y a veces seguimos agarrándonos a ideas que limitan nuestro progreso. Está en nuestras manos invertir con criterio, sabiamente, las experiencias del pasado en nuestro futuro.

El otoño es esa época del año que nos brinda una nueva oportunidad para hacer cambios, iniciar nuevos proyectos, es tiempo de sembrar las semillas de lo que dará fruto el próximo año; que serán nuevas e ilimitadas oportunidades.

Corresponde a cada uno de nosotros despojarnos de lo que ya no necesitamos, aparcar esos métodos que ya no dan resultados y prepararnos para iniciar algo nuevo. Con confianza, entusiasmo e intensidad, sin dejar atrás la tan olvidada paciencia y, por supuesto, con altas dosis de esa emoción infantil como cuando teníamos ante nosotros un regalo. Es decir… Actitud.

Las cosas no cambian por si solas, y cualquier excusa que pongamos a los cambios, son únicamente intentos de culpar a otros o a las circunstancias antes que a nosotros mismos. La actitud determina la elección y la elección determina nuestros resultados, por lo que la actitud lo es todo.

Algunas veces, para mejorar nuestros resultados, tenemos que aceptar cierto malestar en el cambio. Esa dificultad es insignificante comparada con la gran dificultad que viene de no cambiar.

Así pues, ahora que estamos en otoño, despojémonos de todos aquellos modelos que nos aportan poco valor, empecemos a prepararnos para construir un futuro más feliz y rentable.

En el mundo de los negocios, existe también una constante que se asemeja al otoño: ¡el cambio!

Cambios que están íntimamente ligados a la gestión de proyectos y que implican planificar, coordinar y controlar recursos (material, personal y tiempo) con el fin de alcanzar un objetivo específico.

La Gamificación es una herramienta muy útil en la gestión de proyectos; involucra y motiva a los empleados, mejora su rendimiento, así como su compromiso a la hora de afrontar cambios de comportamiento, desarrollar habilidades o resolver problemas.

Gamificación y gestión de proyectos forman un bonito e innovador Dream Team.

Las estaciones van y vienen, pero el tiempo nunca vuelve, y como estamos en otoño, tiempo de cambio… ¡Hagamos algo notable!

Equipo athax

El otoño lleva más oro en su bolsillo que todas las otras estaciones”. (Jim Bishop)

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