Ha paso algo más de un año, y seguimos inmersos por la pandemia, y como todas las que nos han precedido (¡esta no iba a ser diferente!), está teniendo un gran impacto tanto a nivel macro (económico y social), como a nivel micro, lo que nos afecta en lo cotidiano, en nuestro día a día; en lo personal como en lo profesional.
Durante este tiempo de atrás, hemos afrontado (¡en muchas ocasiones de manera acelerada!) grandes cambios, desafíos y retos (¡muchos inesperados!), como ha sido la rápida “digitalización” en el ámbito de la empresa y en casa. Ha pasado casi todo a ser “virtual”, tanto se ha nombrado este término, que, a algunos, nos venía a la cabeza la mítica película del año 1973 protagonizada Yul Brynner; Almas de metal (¡Jo!, sí que ha llovido!).
Con independencia de los cambios que ha cada uno nos ha tocado vivir para sobrellevar de la mejor forma posible esta pandemia, la esencia de lo colectivo sigue primando sobre lo individual, y tal vez por eso, todas las medidas que se han puesto en marcha ya sean a nivel corporativo, político y social, no consiguen eliminar la sensación de sentirnos de algún modo presos de la situación. Tal vez sea… porque no se pueden virtualizar las emociones cotidianas; ¡abrazar!, ¡estrechar la mano! ¡dar un beso!, ¡sentir olor del hogar de nuestros abuelos!, …
Y es, en las emociones donde queremos centrarnos, porque si tuviéramos que quedarnos con una emoción a destacar por encima de todas en estos últimos meses, esa ha sido … ¡el miedo!
El miedo es nuestra respuesta natural ante un peligro (instinto de supervivencia), pero si no somos capaces de gestionarlo bien, las consecuencias pueden ser devastadoras, porque puede llegar a paralizarnos, desconectándonos de la realidad … empezamos a pensar e imaginar desastres y temores en todo aquello que nos rodea en esos momentos cuando …, tal vez, en muchas de las ocasiones hubiese venido bien acordarnos de Michel de Montaigne; «mi vida ha estado llena de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca sucedieron».
Traslademos ahora este contexto al entorno de las ventas… y por ejemplo … en el sector farmacéutico.
De la noche a la mañana, los visitadores médicos redujeron a la mínima expresión el número de visitas comerciales presenciales (¡cero patatero!), que son la esencia en el modelo de ventas de la gran mayoría de los laboratorios. Los delegad@s comerciales, se han visto obligados a realizar las visitas en el marco de lo virtual; vender en remoto.
¡De golpe y porrazo!, el canal de comunicación que se venía utilizando durante tanto tiempo (¡años!) ha cambiado, ya no es el cara a cara, ahora es ¡pantalla con pantalla!
Se ven inmersos en un nuevo escenario de venta, con diferentes reglas de juego, al que, como cualquier profesional, hay que adaptarse para seguir aportando valor a lo médicos y clínicos (ellos también se encuentran inmerso en este nuevo ambiente).
No basta solo con saber manejar las diferentes plataformas de comunicación, gestionar bien los tiempos (¡que ahora son otros!), … es clave trabajar y potenciar nuevas habilidades que permitan desenvolverse con soltura y profesionalidad en el marco de la distancia virtual que tiene la venta en remoto; no podemos actuar de la misma forma que cuando se trata de una venta en un entorno presencial.
Toca adquirir y manejar nuevas habilidades que nos ayuden a manejar con eficiencia en los escenarios virtuales. Y es aquí, cuando aparecen nuestros miedos y emociones negativas; cuando nos enfrentamos ante lo nuevo y lo desconocido. Tanto para quien está a un lado de la pantalla (vendedor) como para el que está en el otro (cliente).
En cualquier entorno de ventas se debe establecer un vínculo emocional entre vendedor y cliente, pero en remoto… ¿Cómo mantenemos esa cercanía, conexión y empatía que conseguíamos en un entorno cara a cara?
¡Eh aquí! un reto para las organizaciones y sus líderes, para manejar estos nuevos escenarios y miedos a los que se tiene que enfrentar vendedores, empleados, porque … ¿se ha producido un cambio cultural en las ventas? ¿en las organizaciones?, ¿en la sociedad?, … ¡muy posiblemente!
En el marco de las ventas, nos moveremos (¡ya nos movemos!) en un escenario híbrido; donde venta presencial (¡que seguirá siendo esencial y necesaria!) y venta remota, convivirán. ¿En qué medida?
¡Qui lo sá!
La pandemia ha cambiado y cambiará cosas, pero nunca va a conseguir que perdamos nuestra esencia como seres sociales, y si hay un área en las empresas en la que se demuestra esta esencia, esa es … ¡el área de ventas!
Dejemos a un lado esos miedos… porque no todo va a pintar tan “feo”, así al menos lo vemos desde athax, más pronto que tarde, el grado de inmunización en nuestra comunidad/sociedad va a ser mayor, y antes de que nos demos cuenta, volveremos a ser corderitos de un rebaño (en lo que a vacunación se refiere … ¡¡jajaja!!), y podremos volver a reunirnos, estar juntos como antes. De hecho, ya se ha demostrado que se pueden hacer eventos presenciales donde aplicando bien los protocolos de seguridad no se compromete la seguridad de los asistentes.
Hay que desarrollar planes estratégicos para el nuevo contexto que está a vuelta de la esquina, y si no, no tenemos más que fijarnos en nuestros abuelos, que nos llevan la delantera; ¡ya juegan, se reúnen y trabajan sin mascarilla!
Muchos ya nos conocéis, somos más de utilizar lo virtual /tecnológico en el marco de lo presencial, la experiencia así nos lo viene demostrado durante estos últimos años. Utilizamos los juegos presenciales como una herramienta muy potente de aprendizaje y comunicación en el entorno corporativo, especialmente cuando se trata de minimizar y gestionar miedos. Porque con las dinámicas de gamificación se crea un ambiente que nos permite afrontar mejor los miedos, que aparecen, sobre todo, en momentos de cambio y/o cuando tenemos que entrenar nuevas habilidades. Además, cuando jugamos siempre estamos haciendo más equipo (engagement).
No es nada fácil, ni cómodo, salir de la zona de confort y entrar en la zona de aprendizaje, y si lo hacemos, ha de ser con mucha pasión, inspiración y fuerza. Los juegos, para ello, son herramientas muy sencillas y útiles.
Las dinámicas de gamificación nos ayudan a tener el nivel de consciencia adecuado ante las nuevas circunstancias, que nos lleva a tener más autoconocimiento y confianza, y esto a su vez, nos hace sentir más cómodos y mucho mejor; y esto es definitiva es bienestar… ¡salud!, algo en lo que venimos pensando, muy mucho, desde el inicio de la pandemia, porque cuando tenemos bienestar todo los demás fluye mejor.
Es cierto que la esencia de una empresa es única, y no existen fórmulas mágicas que den los mismos resultados en todos los modelos de negocio. Pero, al mismo tiempo, también es cierto, que todas las organizaciones han de tener (o deberían) el foco en las personas (¡trabajar para las personas!), porque somos nosotr@s las que las formamos. Y esta es la esencia; las personas, por la que son prácticas y útiles las dinámicas de gamificación en el entorno corporativo; el juego va ligado a nuestro comportamiento biológico, que rige nuestra conducta como seres humanos, y la biología siempre trasciende a la cultura.
Así pues, ¡¡líderes de equipos!!, id cargando en la mochila vuestro espíritu de responsabilidad junto con los kits´s de protección Covid, ¡abrid las puertas de la compañía!, y ¡salgamos a jugar! para…
- Dejar a un lado los posibles miedos.
- Entrenar y adquirir nuevas habilidades.
- Aprovechar a desempolvar esos dotes que siguen aún siendo válidos a la hora de crear ese vínculo emocional y de cercanía en el marco de las ventas.
- Potenciar el trabajo en equipo.
En athax estaremos encantados de sentarnos contigo, y valorar como alguna de nuestras dinámicas puede catalizar el crecimiento en tu organización.
¡Cuídate!
Equipo athax
“No es que no nos atrevemos porque las cosas son difíciles. Simplemente las hacemos difíciles porque no nos atrevemos” Séneca.