Se acaban las vacaciones (con más o menos las pilas cargadas), vuelta al trabajo, comienza un nuevo curso escolar, retomamos los planes y proyectos que habíamos dejado en standby, es también momento de hacer un poco de limpieza… ¡por fin nos deshacemos de ese asunto que lleva tiempo porque nunca le damos solución!, y hasta nos aventuramos a maquinar nuevos retos, como si una nueva etapa se abriera ante nosotros.

Septiembre, con el comienzo del nuevo curso académico, es uno de esos momentos del año en los que parece como si pusiéramos los contadores de nuevo a cero.

Nos sentimos bien, pletóricos, cogemos el maletín cargado con el material nuevo (¡también hemos aprovechado para ir de compras!) y nos disponemos a afrontar las asignaturas del nuevo curso.

Estamos contentos con el nuevo plan (objetivos) que hemos pensado y diseñado, pero muchas veces nos olvidamos de la asignatura clave… ¡Cuidarnos a nosotros mismos!, hacerlo nos permite funcionar con la máxima eficacia, ya sea en nuestra empresa, en nuestra vida personal como en nuestra capacidad de servir a los demás.

Del mismo modo que actuamos en un avión cuando se produce una descomprensión en la cabina; nos tenemos que poner primero nuestra máscara de oxígeno para poder ayudar a otros. Al comenzar el día lo primero es cuidarnos (un desayuno saludable, ejercicio, meditación, etc.). Y luego… salgamos a comernos el mundo, y que seguro, lo haremos con más garantías de éxito.

Ahora con el comienzo del curso, cuando cojamos la cartera, los donuts, y ya de camino al trabajo que no nos echemos las manos a la cabeza … ¡Anda la salud! (que no se nos olvide nuestra mascara de oxigeno).

Pero curiosamente, una paradoja más de la vida… en nuestro entorno que tenemos los medios y la “educación”, nos olvidamos con frecuencia de la asignatura más importante; la salud, y en los entornos donde tiene más conciencia de ello, les faltan los medios y recursos.

La salud es un área que siempre está muy presente en mi vida, ya sea por nuestros principales clientes (laboratorios), porque los juegos (gamificación) que desarrollamos en nuestra agencia de eventos están más focalizados para el sector médico-farmacéutico, por mi bagaje profesional o por lo que me toca muy de cerca en mi entorno familiar.

Cada vez más, trato de ver mis proyectos en el contexto de mis valores y de la comunidad en general, así como en relación con los menos afortunados. Porque en esa búsqueda de cuidarse uno mismo, entre otras cosas, está el devolver algo a la sociedad.

Así pues, es este contexto, de comienzo de un nuevo curso, al que he querido dar un toque divertido con el clásico anuncio de los años 70, veo un estupendo momento para recordar y reconocer a Médicos Sin Fronteras (MSF) por su grandioso trabajo para asistir y apoyar a esa multitud de personas, y muy especialmente a los niños, que no tienen recursos ni acceso a los servicios de salud tratando de cubrir las necesidades más urgentes, facilitándoles de alguna forma su máscara de oxígeno para que puedan seguir aprendiendo, trabajando y luchando por sus proyectos y conseguir sus sueños.

Estar unido a MSF como socio y de alguna forma contribuir a la salud de los demás, es una de la diferentes, sencillas y más bonitas formas que tengo de devolver a la sociedad parte de lo que me da.

Como la esencia de cualquier modelo de negocio (win-win /ganar-ganar); ayudar a los demás, nos estamos ayudando a nosotros mismos.

A todo el equipo de MSF, ¡Gracias por estar ahí!

Y a ti que estás leyendo… ¿Cuál va a ser tu regalo o donación hoy a la sociedad?… eso que estás pensando tampoco está mal. ¡Gracias! a ti también por contribuir a que el mundo vaya un poco mejor.

Tano Zamorano (socio de athax y socio nº F00044210 de MSF)

La salud es la unidad que da valor a todos los ceros de la vida.

Menú